La Semana Santa revive una tradición que es rebusque de muchas familias.
Lina Padilla no olvida que le salieron los dientes de leche mirando a su abuela y a su madre hacer dulces.
A sus 54 años, esta mujer procedente de San Basilio de Palenque (Bolívar) dice conservar la receta tradicional que durante tres generaciones se han ido pasando los miembros de su familia y que hoy ella enseña a su hija, perpetuando así el oficio.
La preparación de dulces caseros entre la comunidad afrodescendiente que reside en barrios como La Manga, Nueva Colombia, Valle y Bajo Valle, en el suroccidente de Barranquilla, además de hacer parte de la gastronomía típica de la región es hoy una fuente de empleo para cientos de familias de palenqueros.
Por estos días, vísperas de Semana Santa, en estos barrios desde que cae la noche y antes que el sol despunte, los fogones de leña permanecen atizados por hombres y mujeres que de manera cuidadosa mueven con cucharones de palo las mezclas de frutas en pailas de donde escapan olores mágicos que recorren las calles polvorientas.
"Esto es una tradición que cuando llega la Semana Santa revive, así como la Navidad", dice Padilla, una mujer de figura fuerte y sonrisa franca.
La fabricación de dulces caseros no encierran un gran misterio. Son recetas simples a base de frutas típicas, tubérculos y granos de la región, como la papaya, el melón, el mango, tamarindo, hicaco, ciruela, piña, el ñame, la batata, la yuca, la papa, o el guandú.
También se ofrecen dulces de extrañas combinaciones, como el de pepino, 'mongo mongo' o el de tomate criollo.
"Mientras unas preparan, otras salimos a la calle a vender", dice Lina, quien tiene su puesto de venta en la esquina de la calle 84 con carrera 51B, en el norte de la ciudad, donde los 11 meses del año vende bollos y enyucados y para esta época coloca la mesa con variedad de dulces que atiende su hija Donis Herazo, una preciosa morena de ojos grandes y brillantes que aún no sabe prepararlos pero asegura saber cuando están en su punto.
Por ser una temporada corta, un poco más del mes, algunas personas como Basilio Cáceres Cáceres, quien trabaja en una tradicional heladería del norte de la ciudad, desde hace 10 años, pide permiso para esta época y colocar una mesa, en la carrera 42F con calle 76, para vender dulces.
"Por estos días en mi barrio sale todo el mundo con la ponchera en la cabeza a vender dulces", dice Basilio, al asegurar que en día bueno vende hasta 100 porciones de dulce.
Los pregones alegres de palenqueras y palenqueros se escuchan por toda Barranquilla en cualquier hora. Familias enteras, como los Cassiani en La Manga, conocidos por la versatilidad de las matronas quienes han logrado que sus dulces sea una celebridad gastronómica.
"Ellos tienen el sabor y la tradición para prepar dulces", señala Salomón Herrera, quien por estos días llena su nevera con dulces de todos sabores para repartir a amigos y familiares en Ciénaga (Magdalena).
Centros comerciales, plazas públicas, esquinas, parques y en ferias hay ventas de dulces, elaborados en estos barrios que son los encargados de ponerles el sabor a la Semana Santa y mantener así una autóctona las tradición.
La reina de los dulces
Ceferina Pérez Cassiani hace parte de una de las familias tradicionales dedicadas a la elaboración de dulces.
En una de las esquinas del Parque Tomás Suri Salcedo, desde hace 27 años, monta su mesa con su especialidad, 'el mongo mongo', que según ella tiene poderes afrodisíacos. "Le colocó una dosis de chontaduro", confiesa.
También prepara unos muy singulares como 'el palenquerito', 'el mira pa' tra', 'amansa suegra'.
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